viernes, 19 de septiembre de 2014


RECORDANDO UN SUCESO BURLADO

Es usual escuchar en conferencias, clases, conversaciones formales e informales, la expresión "es que éste es el país del Sagrado Corazón", para indicar que sí Colombia se consagro de esta manera entonces puede suceder cualquier cosa. Desconozco si esas personas saben las razones por las cuales esto sucedió y que rodearon éste suceso, lo cual me motiva a compartir una reflexión que publique desde el 25 de marzo de 2009. 

miércoles, 25 de marzo de 2009




COLOMBIA CONSAGRADA: UN ESFUERZO HUMANO POR ELIMINAR LA GUERRA.

Como es conocido, el 17 de agosto de 1899 estalló en Colombia la Guerra de los mil días, que duro 3 años y dejó más de 100 o 130 mil personas colombianas sin vida, la economía nacional destruida y a pobres y ricos con hambre, dado que la batalla se realizaba principalmente en los campos, impidiéndose la explotación de los mismos.

Ante un panorama de desastre y hecatombe, sin que ninguna medida surtiera efecto para conseguir la paz y parar con la autodestrucción en que estábamos incurriendo como pueblo colombiano, el Arzobispo de Bogotá Monseñor Bernardo Herrera Restrepo acudió a la Presidencia de la República para proponer la única solución que quedaba ante los intentos fracasados, los no propuestos y los desconocidos. Se encontró con el vicepresidente encargado, el doctor José Manuel Marroquín, y le propuso como forma de acabar con la devastadora, agresiva y desesperante violencia para todas las personas colombianas, consagran el país al Sagrado Corazón de Jesús.

Esta es una narración de los hechos sin juicios de valor de ningún lado. La guerra es desesperante y de ello nos podemos dar cuenta actualmente, donde hemos permanecido en una situación de guerra durante más de 50 años y pareciera no tener final así las fuerzas guerrilleras y paramilitares estén disminuyendo en su poder, armamento y reclutas. Actualmente estamos intentando acuerdos humanitarios, comisiones de paz, gestores de paz, entre otros mecanismos que se han aprendido de otras experiencias del mundo.

En ese entonces nada de eso se hizo, pero se pensó en otra forma de acabar la violencia. Y hablando de su efectividad, y con el ánimo de solo describir un hecho, a los 5 meses de consagrar el país al Sagrado Corazón de Jesús, se firmó el 21 de noviembre de 1902 el tratado de Wisconsin por parte de las fuerzas beligerantes a iniciativa de Estados Unidos y aceptado por el General Benjamín Herrera, que puso fin a la sangrienta y prolongada guerra en el buque estadounidense Wisconsin y fondeado en el puerto de ciudad de Panamá. No es posible probar que fue la consagración al Sagrado Corazón de Jesucristo la causante de la firma del tratado de Wisconsin, pero tampoco se puede probar que no lo fue.

Por esta razón, es que las afirmaciones tendenciosas que sirven para ridiculizar la cultura de nuestro país, utilizando despectivamente la expresión “El país del Sagrado Corazón de Jesús”, carece de conocimiento sobre la historia patria y de compasión con las personas que entre 1899 y 1902 vivieron en las mismas tierras que nosotros recorremos día a día, y experimentaron la violencia de la guerra de los mil días. Incluso, los ecos de agradecimiento de aquel tiempo tienen resonancia en el 2003, cuando por medio de la Ley 806 se expresa lo siguiente:

“Artículo 1: Declárese la presente Ley de Honores en conmemoración de los cien años de la consagración de Colombia a Jesucristo y a su Sagrado Corazón, consagración liderada por los diversos sectores de la Sociedad, el 22 de junio de 1902 como propuesta nacional de paz, luego de la guerra civil de los mil días, el 21 de noviembre del mismo año”.- Subrayas fuera del texto.



Fue una propuesta nacional de paz, cuyo objetivo se cumplió a los 5 meses después con la firma del tratado de Wisconsin el 21 de noviembre de 1902, y cuyo nexo de causalidad no puede ser probado ni refutado, simplemente sucedió. Ante las expresiones que pretenden desacreditar esta consagración solo se podría recordar una máxima de la historiología: “No juzgar el pasado con criterios y datos del presente”. Los criterios “ilustrados” que guían la conducta de algunas personas o de la mayoría y los proyectos de paz en la actualidad, no son los mismos criterios que en antaño guiaban la conducta de nuestros antepasados, quienes de hecho conquistaron la independencia y comenzaron con la construcción de nuestra Nación. No podemos juzgar ni siquiera la virtud de algunos de sus métodos y compararlos con los actuales, pues en un país que tanto ha sufrido y siempre se ha levantado por su pretensión de libertad y soberanía ¿Quién tiene la autoridad para considerarse juez de nuestra historia?

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